Los jóvenes: nuestra razón de ser

Conoció a los salesianos con apenas 10 años. Se enamoró del patio, del trabajo con los jóvenes, de la cercanía de los educadores y laicos. ¡Quién iba a pensar que esa experiencia marcaría su vida personal y profesional! Con 22 años en el ejercicio de su profesión, la docencia, Alexis Barreto, afronta uno de los desafíos más enriquecedores. Después de 15 años como educador y 7 como director del Colegio Salesiano de Arequipa, llega a Lima para asumir el cargo de director del Colegio Salesiano “San Francisco de Sales”. Hoy comparte sus emociones y agradece la oportunidad que se le brinda.

“Nos debemos a la comunidad, nos debemos a los jóvenes, que son nuestra razón de ser. Y todos los que nos sentimos salesianos y asumimos este tipo de tarea educativa y pastoral, nos comprometemos a trabajar para ellos”, expresa Barreto.

¡Buenos días!, Señor director

Buenos días a toda la Familia Salesiana, a los suscriptores del Boletín Salesiano. Gracias por la oportunidad de compartir este espacio con todos aquellos que nos siguen a través de las diversas redes sociales.

¿Cuál es el soporte más importante?

Indudablemente mi familia. Tengo 25 años de matrimonio. Fruto de ese compro­miso tenemos cuatro hijos Joaquín, Kevin, Sofía y Benjamín. Valoro el apoyo de mi es­posa Milka, que siempre ha sido la persona más importante en las decisiones que he ido tomando en mi vida.

¿Cómo asume este nuevo reto?

Asumo los retos con decisión y compro­miso. Soy una persona de retos, que le gusta innovar y contagiar ese espíritu a la familia. Es importante salir de esa zona de confort.

¿Cómo vislumbra el trabajo entre salesianos y laicos?

El trabajo entre salesianos y laicos, lo dice el Rector Mayor, no solo es una necesidad, sino una opción que permite transmitir el carisma desde la propia experiencia y la profesionali­dad para ejercer el servicio encargado.

¿Qué recuerdos de su paso por el Co­legio Salesiano de Arequipa?

En el Colegio Salesiano de Arequi­pa inicié mi tarea como educador y me siento muy orgulloso de ello y de las personas que han inculcado en mí, el amor a María Auxiliadora, a Don Bos­co y, de manera especial, a los jóvenes. He podido ir paso a paso. Primero como profesor, luego como tutor, en­cargado de relaciones humanas, de la subdirección y la dirección. Ha signifi­cado muchas cosas: ganar experiencia, el contacto con los estudiantes, con los padres de familia, con la Comunidad Educativa Pastoral.

¿Cómo ha sentido el recibimiento en la nueva obra salesiana que el Inspec­tor le encomienda?

He sentido esa sencillez de familia, de cercanía y también de expectativa para ver qué va a suceder, qué va a pasar. Pero, pienso que con la Escuela Salesiana, nada tendría que cambiar, porque los sentimientos son claros, son precisos. Pero sí, hay que darle esa cuota de carácter, de entusiasmo, de acompañamiento en los procesos de las personas que forman parte de esta comunidad.

¿Cuáles son los retos y desafíos de las Escuelas Salesianas que ha visitado durante estos últimos años?

He visitado las escuelas como inte­grante del equipo de la Red Salesiana de Escuelas, y el desafío grande, en principio, es que seamos una red, que nos alineemos no solo del nombre, sino en cosas que nos afiancen como colectivo educativo frente a la socie­dad, frente al Ministerio de Educación. Alinear nuestra misión, nuestra visión y nuestra propia identidad como red resulta importante. Un desafío es la formación de los nuevos colaborado­res que se suman a nuestras escuelas. Un programa de formación conjunta entre los salesianos y laicos afianzaría este aspecto.

¿Qué significa para usted dirigir una Escuela Salesiana en este contexto y en este tiempo de cambios?

Es un reto y una nueva experiencia. Es un reto porque no sabes el contexto de cada día o lo que depara el lugar.

La educación varía permanentemente. Varían los destinatarios, por las cuestiones familiares, sociales y de las redes sociales.

Es un desafío importante que se debe considerar, sin dejar de lado aquello que nos hace «Escuela Salesia­na»: la atención a los niños, a los jóve­nes, especialmente los que tienen más necesidades. Es una nueva experiencia que te permite compartir lo vivido e impul­sarte a hacer mejor las cosas de cada día.


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